Este libro investiga la relación de los muralistas José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, con la estética marxista. Asimismo, analiza de qué manera esa relación se transparenta o se subvierte en los murales. La base de esta aproximación metodológica la encontramos en el Manifiesto del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores (1924) firmado por varios artistas e intelectuales mexicanos del momento; entre ellos: Xavier Guerrero, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Carlos Mérida. En el Manifiesto, escrito con un lenguaje abiertamente marxista, se plantea la necesidad de crear un arte de masas y un arte público. Además, ya para entonces Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros eran miembros del recientemente fundado Partido Comunista Mexicano. Aunque los postulados del Manifiesto no llegaron a concretarse en una estética programática, es evidente que la producción muralista se vio influenciada por este documento. Por otro lado, este estudio presupone la existencia de una filosofía del muralismo, pues sugiere que el muralismo mexicano nos obliga a repensar la noción del espacio público (el mural en el interior y el mural en el exterior), la noción del espectador, la noción de arte nacional, la noción de museo, y la función del artista dentro de la sociedad. De esta manera, el lector encontrará una doble lectura crítica del muralismo: desde la filosofía al mural, y desde el mural a la filosofía.