Alejandro Osorio Ibáñez sabe volar con palabras. Ha extraído la música oculta de la luna llena y delineado la silueta invisible que marcan las sombras de las cosas. Viajero en sílabas, Osorio respeta la contundencia de la brevedad, pues sabe que los silencios también cantan. Sus versos llevan el eco de los poetas entrañables, mas declaran una refrescante novedad: estamos ante una voz que no siente dolores pasajeros, que vive intensos amores y que, a contrapelo de la medianía, abraza sin miedo la tentación apasionada de lo eterno.