…sabemos que todo quien intenta enterrar de la conciencia los deseos naturales no sólo fracasa en suprimirlos, sino que peligrosamente los desplaza al subconsciente. Decía Freud, que al final de su vida sabía más de arqueología que de sicología. Había comprendido que una no menos que la otra consistía en excavar y exhumar de los profundos estratos del olvido. Zweig fue para la literatura ese gran excavador que Freud fue para la sicología- Para Zweig también la tarea era sacar a la luz: penetrando de una mirada impertérrita las cloacas escabrosas del alma humana, se convirtió en el gran maestro de la novela sicoanalítica alemana. Las leyes de atracción gravitacional que rigen el cosmos de sus novelas son las pasiones, que Zweig se esmera en retratar con la mismo voluptuosa austeridad que admiraba en Balzac, Dickens y Dostoievsky. El deseo no enunciado… ese es el prima a través del cual se refractan las luces del firmamento Zweigiano. Así como Freud, por el virtuosísimo de su escritura usurpa esferas propias a la literatura, de igual manera, Zweig con la perspicacia de mirada diagnóstica, índice en el universo de la sicología clínica, pues los seres que nos presenta con patológicos –son, por utilizar una frase Nitscheana, humanos, demasiado humanos. El diapasón de sus pasiones, vibra con paroxismos de intensidad neurótica que Zweig no escatima esfuerzos por hacernos vivir. Luis Fernando Murillo