Cuarenta Vueltas al sol

El poema se nos presenta como acto alegre, sorpresivo, como algo apetitoso que nos ayudara a comprender nuestra existencia, el trato cotidiano con nuestro tránsito. En el poema Alegría, Will Rodríguez hace un listado de actos simples como la aparición de los primeros aguacates/ del árbol que pensaba estéril o el mise en place de mi platillo favorito o lo que haga sufrir al enemigo y los lunes inhábiles. Cuarenta vueltas al sol, no oculta la trayectoria recorrida del poeta, su voz abierta y madura, que le permite escribir desde casi cualquier tema: un trío anunciado por whats app, una oración promiscua para celebrar orgías o una confesión tardía de un amor homoerótico de la adolescencia. El poeta yucateco guisa un preciado y amplio menú, para degustar contrastantemente nuestra curiosidad. En una circular odisea va guiándonos entre una gama amplia de sensaciones, que pasan por el deseo, la tristeza, el duelo o un miedo discreto como el signo tenebroso de una rata en la cocina. Los oficios culinarios se dejan ver entretejidos desde las primeras páginas, una práctica que afianza los oficios poéticos. La comida desperdiciada sería el equivalente de un hecho triste o un poema en prosa titulado Menú del cocinero despechado, como revelación de una decepción amorosa, sazonada entre ambos léxicos. Ayunos, degustaciones, catas como formas del lenguaje, que van revelando un esqueleto, la pregunta de fondo, el motivo, la ofrenda de base en la escritura: alimento en esta breve fiesta que llamamos vida.